Boda en Barcelona
LEJOS DE cuentos
de hadas, (1) lejos de matrimonios de
conveniencia y lejos de antiguas cursilerías
(2), el
enlace (3) de la
segunda hija de los Reyes, la infanta
(4) Cristina, con Iñaki
Urdangarín, ha sido una boda moderna entre dos jóvenes que,
de procedencia
(5) muy dispar
(6), han decidido compartir la vida y
las responsabilidades que tienen. En
principio (7) no es otra cosa
lo que hacen las decenas de miles de parejas que se casan
todos los años en España. Y sin embargo, a
nadie se le escapa que (8)
sus vidas y ante todo sus responsabilidades son distintas y
mayores.
El Rey de España, Juan Carlos I,
escolta a su hija, Doña Cristina, a la ceremonia de matrimonio.
Bien hicieron los novios en elegir Barcelona como escenario
(9).
Como Sevilla en 1995 con la boda de la infanta Elena y Jaime
de Marichalar, ha
acogido (10) con gran afecto
(11) a la pareja.
Millones de españoles y centenares de millones en el mundo
siguieron la ceremonia por televisión. Y tanto la organización
como la retransmisión
(12) fueron impecables.
Doña Cristina y su esposo, Iñaki
Urdangarín, los nuevos condes de Mallorca, a la salida de su boda.
La sobriedad
(13) de la familia real siempre ha sido muy valorada
por los españoles. Es una de las razones -hay otras muchas-
por las que la Monarquía española se ha ganado el respeto
de
su pueblo. Cuando ligó
(14) su andadura
(15) al comienzo de la
transición
democrática (16), todo esto estaba lejos de
sobreentenderse. Como hemos comprobado en recientes y
tristes acontecimientos, las familias reales están,
inevitablemente, expuestas a los medios. Y su solidez y
prestigio no dependen sólo de su funcionalidad y su buen
hacer institucional. En gran parte depende de su popularidad,
que no es sino el efecto que sobre la población tiene la
actuación de una familia a la que se otorga
constitucionalmente un papel extraordinario, pero a la que
también se exige una conducta especial. En España, y pese
a
algunas nuevas aficiones
(17) de quienes quieren descalificar
(18) a
todo el sistema, a la transición que lo generó
(19) y las
instituciones que lo defienden, están fuera de duda la
popularidad de la familia real y el respeto a esta institución
que ha sido básica para la convivencia civilizada en este país.
Ahora, de vuelta a la continuación de ese trabajo diario, sólo
cabe desear lo mejor al nuevo matrimonio y dar la
enhorabuena
(20) a la Casa Real. |