Español 480:  Cervantes: Del soneto burlesco a Don Quijote


La destruyción de Numancia

Jornada III

Scena I

Cipión comenta con sus oficiales los resultados de su estrategia militar. Hace alusión al hecho de que habido comentarios de que el cerco de Numancia es un acto cobarde y poco apropiado a la fama guerrera de Roma. Los numantinos, por boca de Coravino, llaman a Cipión para ofrecer un combate mano a mano entre un numantino y un romano para acabar la guerra. Cipión rechaza la oferta. Los numantinos y su líder, Teógenes, deciden salir esa misma noche a combatir -y a morir. Las mujeres, doncellas y niños de Numancia les ruegan a los hombres que no lleven a cabo ese plan. Dicen que prefieren morir con ellos en batalla antes que ser deshonradas por los romanos. Los numantinos deciden entonces no salir y hacerle frente a su destino. Acuerdan hacer una hoguera en la cual quemar todo objeto de valor que haya en la ciudad para evitar que los romanos alcancen ni siquiera un mínimo trofeo trás su victoria. ¡Deciden también ejecutar y comerse a sus prisioneros romanos! Morandro detiene a Lira y le suplica que pase un rato con él. Lira se excusa explicándole cómo se encuentra al borde de la muerte por el hambre. Morandro le asegura que esa misma noche saldrá de la ciudad a robar comida del campamento romano. Lira le ruega que no lo haga pues perderá la vida. Morandro le dice que su decisión es firme. Leoncio felicita el valor de Morandro y se ofrece a acompañarlo en su salida. Morandro le ruega que se quede para que consuele a su madre en caso de que él muera esa noche. Leoncio le recuerda que su amistad vale más que todo y le asegura que irá con él de todas formas.

Interlocutores:

Cipión, Jugurta y G. Mario.

Cipión En forma estoy contento en mirar cómo

corresponde a mi gusto la ventura,

y esta libre nación soberbia domo 1115

sin fuerzas, solamente con cordura.

En viendo la ocasión, luego la tomo,

porque sé cuánto corre y se apresura;

y si se pasa, en cosas de la guerra,

el crédito consume y vida atierra. 1120

 ¿Juzgábades a loco desvarío*    pérdida de la razón

tener los enemigos encerrados,

 y que era mengua del romano brío*   valor

no vencellos con modos más usados?

Bien sé que lo habrán dicho; mas yo fío 1125

que los que fueren prácticos soldados

dirán que es de tener en mayor cuenta

la victoria que menos es sangrienta.

¿Qué gloria puede haber más levantada

en las cosas de guerra que aquí digo, 1130

que, sin quitar de su lugar la espada,

vencer y sujetar al enemigo?

Que, cuando la victoria es granjeada

con la sangre vertida del amigo,

el gusto mengua que causar pudiera 1135

la que sin sangre tal ganada fuera.

Aquí ha de sonar una trompeta desde el muro de Numancia.

Q. Fabio Oye, señor, que de Numancia suena

 el son de una trompeta, y me asiguro*    estoy seguro

que decirte algo desde allá se ordena,

pues el salir de acá lo estorba el muro. 1140

Corabino se ha puesto en una almena,

y una señal ha hecho de seguro;

lleguémonos más cerca.

Cipión Sea, lleguemos.

 G. Mario No más, que dende* aquí le entenderemos.    desde

Pónese Corabino encima de la muralla con bandera blanca puesta en una lanza.

Corabino ¡Romanos! ¡Ah, romanos! ¿Puede acaso 1145

ser de vosotros esta voz oída?

G. Mario Puesto que más la bajes y hables paso,

cualquiera tu razón será entendida.

Corabino Decid al general que acerque el paso

al foso, porque viene dirigida 1150

a él una embajada.

Cipión Dila presto,

que yo soy Cipión.

Corabino Escucha el resto.

Dice Numancia, general prudente,

que consideres bien que ha muchos años

que entre la nuestra y tu romana gente 1155

duran los males de la guerra estraños;

y que, por evitar que no se aumente

 la dura pestilencia* destos daños,    calamidad

quiere, si tú quisieres, acaballa

con una breve y singular batalla. 1160

Un soldado se ofrece de los nuestros

 a combatir, cerrado en estacada*,    stockade: recinto cerrado

con cualquiera esforzado de los vuestros,

por acabar contienda tan pesada;

y si los hados fueren tan siniestros, 1165

que el uno quede sin la vida amada,

si fuere el nuestro, darse ha la tierra;

si el tuyo fuere, acábese la guerra.

Y, por seguridad deste concierto,

daremos a tu gusto los rehenes. 1170

Bien sé que en él vendrás, porque estás cierto

de los soldados que a tu cargo tienes,

y sabes que el menor, en campo abierto,

hará sudar el pecho, el rostro y sienes

al más aventajado de Numancia: 1175

ansí que, está sigura tu ganancia.

Porque a la ejecución se venga luego,

respóndeme, señor, si estás en ello.

 Cipión Donaire* es lo que dices, risa, juego,    chiste o broma

y loco el que pensase de hacello. 1180

Usad el medio del humilde ruego,

si queréis que se escape vuestro cuello

de probar el rigor y filos diestros

del romano cuchillo y brazos nuestros.

La fiera que en la jaula está encerrada 1185

 por su selvatiquez* y fuerza dura,    carácter salvaje

si puede allí con maña ser domada

y con el tiempo y medios de cordura,

quien la dejase ir libre y desatada

daría grandes muestras de locura. 1190

Bestias sois, y por tales, encerrados

os tengo donde habéis de ser domados.

Mía será Numancia, a pesar vuestro,

sin que me cueste un mínimo soldado,

y el que tenéis vosotros por más diestro 1195

 rompa por ese foso trincheado*;    rodeado de trincheras

y si en esto os parece que yo muestro

un poco mi valor acobardado,

el viento lleve agora esta vergüenza,

y vuélvale la fama cuando os venza. 1200

Vanse Cipión y los suyos.

Corabino ¿No escuchas más, cobarde? ¿Ya te escondes?

¿Enfádate la igual justa batalla?

 Mal con tu nombradía* correspondes,    fama

mal podrás deste modo sustentalla;

en fin, como cobarde me respondes. 1205

¡Cobardes sois, romanos, vil canalla,

en vuestra muchedumbre confiados,

y no en los diestros brazos levantados!

¡Pérfidos, desleales, fementidos,

crueles, revoltosos y tiranos; 1210

ingratos, codiciosos, malnacidos,

pertinaces, feroces y villanos;

adúlteros, infames, conocidos

por de industriosas, mas cobardes manos!,

¿qué gloria alcanzaréis en darnos muerte 1215

teniéndonos atados desta suerte?

En cerrado escuadrón, o manga suelta,

en la campaña rasa, do no pueda

estorbar la mortal fiera revuelta

el ancho foso y muro que la veda, 1220

fuere bien que, sin dar el pie la vuelta

y sin tener jamás la espada queda,

ese ejército mucho, bravo, vuestro

se viera con el poco, flaco, nuestro.

Mas, como siempre estáis acostumbrados 1225

a vencer con ventajas y con mañas,

estos conciertos, en valor fundados,

 no los admiten bien vuestras marañas*.    engaños

¡Liebres en pieles fieras disfrazados,

load y engrandeced vuestras hazañas; 1230

que espero en el gran Júpiter de veros

sujetos a Numancia y a sus fueros!

Bájase, y torna a salir luego con todos los numantinos que salieron en el principio de la segunda jornada, excepto Marquino, que se arrojó en la sepultura, y sale también Morandro.

Teógenes En términos nos tiene nuestra suerte,

dulces amigos, que será ventura

acabar nuestros daños con la muerte. 1235

Por nuestro mal, por nuestra desventura,

vistes del sacrificio el triste agüero,

y a Marquino tragar la sepultura.

El desafío no ha importado un cero;

de intentar qué nos queda no lo siento, 1240

si no es acelerar el fin postrero.

 Esta noche se muestre el ardimiento*    valor o coraje

del numantino acelerado pecho,

y póngase por obra nuestro intento:

el enemigo muro sea deshecho; 1245

salgamos a morir a la campaña,

y no, como cobardes, en estrecho.

Bien sé que sólo sirve esta hazaña

de que a nuestro morir se mude el modo;

que con ella la muerte se acompaña. 1250

Corabino Con ese parecer yo me acomodo:

morir quiero rompiendo el fuerte muro,

y deshacelle por mi mano todo;

mas tiéneme una cosa mal seguro:

que si nuestras mujeres saben esto, 1255

de que no haremos nada os aseguro.

Cuando otra vez tuvimos presupuesto

de salir y dejallas, cada uno

fiado en su caballo y brazo diestro,

ellas, que el trato a ellas importuno 1260

supieron, al momento nos robaron

 los frenos*, sin dejarnos sólo uno.    Se refiere a los frenos de los caballos.

Entonces el salir nos estorbaron,

y ansí lo harán agora fácilmente

si las lágrimas muestran que mostraron. 1265

Morandro Nuestro designio a todas es patente;

todas lo saben; ya no queda alguna

que no se queja dello amargamente,

y dicen que en la buena o ruin fortuna

quieren, en vida y muerte, acompañarnos, 1270

aunque su compañía es importuna.

Aquí entran cuatro o más mujeres de Numancia, y con ellas Lira . Las mujeres traen unas figuras de niños en los brazos, y otros de las manos, excepto Lira , que no trae ninguno.

Veislas aquí do vienen a rogaros,

no la dejéis en tantos embarazos;

aunque seáis de acero, han de ablandaros.

Los tiernos hijos vuestros en los brazos 1275

las tristes traen; ¿no veis con qué señales

de amor les dan los últimos abrazos?

Primera Dulces señores nuestros, si en los males

hasta aquí de Numancia padecidos,

que son menores los que son mortales, 1280

y en los bienes también, que ya son idos,

siempre mostramos ser mujeres vuestras,

y vosotros también nuestros maridos,

¿por qué en las ocasiones tan siniestras

que el cielo airado agora nos ofrece, 1285

nos dais de aquel amor tan cortas muestras?

Hemos sabido, y claro se parece,

que en las romanas armas arrojaros

queréis, pues su rigor menos empece

que no la hambre de que veis cercaros, 1290

de cuyas flacas manos desabridas

por imposible tengo el escaparos.

Peleando queréis dejar las vidas,

y dejarnos también desamparadas,

a deshonras y muertes ofrecidas. 1295

Nuestro cuello ofreced a las espadas

vuestras primero; que es mejor partido

que vernos de enemigos deshonradas.

 Yo tengo en mi intención estatuido*    establecido

que, si puedo, haré cuanto en mí fuere 1300

por morir do muriere mi marido.

Y esto mesmo hará la que quisiere

mostrar que no los miedos de la muerte

le estorban de querer a quien bien quiere,

en buena o mala, en dulce o amarga suerte. 1305

 Otra ¿Qué pensáis, varones claros*?    nobles

¿Revolvéis aun todavía

en la triste fantasía

de dejarnos y ausentaros?

¿Queréis dejar por ventura 1310

a la romana arrogancia

las vírgenes de Numancia

para mayor desventura?

Y a los libres hijos nuestros

¿queréis esclavos dejallos? 1315

¿No será mejor ahogallos

con los propios brazos vuestros?

¿Queréis hartar el deseo

de la romana codicia,

y que triunfe su injusticia 1320

de nuestro justo trofeo?

¿Serán por ajenas manos

nuestras casas derribadas?

Y las bodas esperadas,

¿hanlas de gozar romanos? 1325

En salir hacéis error,

que acarrea cien mil yerros,

porque dejáis sin los perros

el ganado, y sin señor.

Si al foso queréis salir, 1330

llevadnos en tal salida,

porque tendremos por vida

a vuestros lados morir.

No apresuréis el camino

 al morir, porque su estambre* 1335    Se refiere al hilo de la vida y al mito de las Parcas

cuidado tiene la hambre

de cercenarla contino.

Otras Hijos destas tristes madres,

¿qué es esto? ¿Cómo no habláis,

y con lágrimas rogáis 1340

que no os dejen vuestros padres?

Basta que la hambre insana

os acabe con dolor,

sin esperar el rigor

de la aspereza romana. 1345

Decidles que os engendraron

libres, y libres nacisteis,

y que vuestras madres tristes

también libres os criaron.

Decidles que, pues la suerte 1350

nuestra va tan de caída,

que, como os dieron la vida,

ansimismo os den la muerte.

¡Oh muros desta ciudad!,

si podéis, hablad; decid, 1355

y mil veces repetid:

"¡Numantinos, libertad!"

Los templos, las casas nuestras,

levantadas en concordia;

os piden misericordia, 1360

hijos y mujeres vuestras.

Ablandad, claros varones,

esos pechos diamantinos,

y mostrad, cual numantinos,

amorosos corazones; 1365

que no por romper el muro

remediáis un mal tamaño;

antes en ello está el daño

 más propincuo* y más seguro.    cercano

Lira También las tiernas doncellas 1370

ponen en vuestra defensa

el remedio de su ofensa

y el alivio a sus querellas;

no dejéis tan ricos robos

a las codiciosas manos: 1375

mirad que son los romanos

hambrientos y fieros lobos.

Desesperación notoria

es esta que hacer queréis,

adonde sólo hallaréis 1380

breve muerte y larga gloria.

Mas, ya que salga mejor

que yo pienso esta hazaña,

¿qué ciudad hay en España

que quiera daros favor? 1385

Mi pobre ingenio os advierte

que si hacéis esta salida,

al enemigo dais vida

y a toda Numancia muerte.

 De vuestro acuerdo gentil* 1390    generoso

los romanos burlarán;

porque, decidme: ¿qué harán

tres mil contra ochenta mil?

Aunque estuviesen abiertos

los muros y sin defensa, 1395

seríades con ofensa

mal vengados y bien muertos.

Mejor es que la ventura

o el daño que el cielo ordene,

o nos salve o nos condene, 1400

dé la vida o sepultura.

Teógenes Limpiad los ojos húmidos del llanto,

 mujeres tiernas, y tené* entendido    tengan

que vuestra angustia la sentimos tanto,

que responde al amor nuestro subido; 1405

ora crezca el dolor, ora el quebranto

sea, por nuestro bien, disminuido,

jamás en vida o muerte os dejaremos;

antes, en muerte y vida os serviremos.

Pensábamos salir al foso, ciertos 1410

antes de allí morir que de escaparnos,

pues fuera quedar vivos, aunque muertos,

si muriendo pudiéramos vengarnos;

mas, pues nuestros disignios descubiertos

han sido, y es locura aventurarnos, 1415

amados hijos y mujeres nuestras,

nuestras vidas serán, de hoy más, las vuestras.

Sólo se ha de mirar que el enemigo

no alcance de nosotros triunfo y gloria:

antes ha de servir él de testigo 1420

que apruebe y eternice nuestra historia;

y si todos venís en lo que digo,

mil siglos durará nuestra memoria:

y es que no quede cosa aquí en Numancia

de do el contrario pueda haber ganancia. 1425

En medio de la plaza se haga un fuego,

en cuya ardiente llama licenciosa

nuestras riquezas todas se echen luego,

desde la pobre a la más rica cosa;

y esto podéis tener a dulce juego, 1430

cuando os declare la intención honrosa

que se ha de efectuar, después que sea

abrasada cualquier rica presea.

Y, para entretener por alguna hora

la hambre, que ya roe nuestros huesos, 1435

haréis descuartizar luego a la hora

esos tristes romanos que están presos,

y, sin del chico al grande hacer mejora,

repártanse entre todos; que con esos

será nuestra comida celebrada 1440

por estraña, cruel, necesitada.

Amigos, ¿qué os parece? ¿Estáis en esto?

Corabino Digo que a mí me tiene satisfecho,

y que a la ejecución se venga presto

de tan estraño y tan honroso hecho. 1445

Teógenes Pues yo de mi intención os diré el resto:

después que sea lo que digo hecho,

vamos a ser ministros todos luego

de encender el ardiente y rico fuego.

Muj. prim. Nosotras desde aquí ya comenzamos 1450

a dar con voluntad nuestros arreos,

y a las vuestras las vidas entregamos,

como se han entregado los deseos.

Lira Ea, pues, caminemos; vamos, vamos,

y abrásense en un punto los trofeos 1455

que pudieran hacer ricas las manos,

y aun hartar la codicia de romanos.

Vanse todos, y al salir Morandro, ase a Lira por el brazo y detiénela.

Morandro No vayas tan de corrida,

Lira ; déjame gozar

del bien que me puede dar 1460

en la muerte alegre vida;

deja que miren mis ojos

un rato tu hermosura,

pues tanto mi desventura

se entretiene en mis enojos. 1465

 ¡Oh dulce Lira , que suenas*    Juego de palabras: la lira es un tipo de harpa

contino en mi fantasía

con tan süave armonía

que vuelve en gloria mis penas!

¿Qué tienes? ¿Qué estás pensando, 1470

gloria de mi pensamiento?

Lira Pienso cómo mi contento

y el tuyo se va acabando.

Y no será su homicida

el cerco de nuestra tierra; 1475

que primero que la guerra

se me acabará la vida.

Morandro ¿Qué dices, bien de mi alma?

Lira Que me tiene tal la hambre,

que de mi vital estambre 1480

llevará presto la palma.

 ¿Qué tálamo* has de esperar    lecho o cama de bodas

de quien está en tal extremo,

que te aseguro que temo

antes de una hora espirar? 1485

Mi hermano ayer espiró,

de la hambre fatigado,

y mi Madre ya ha acabado,

que la hambre la acabó.

Y si la hambre y su fuerza 1490

no ha rendido mi salud,

es porque la juventud

contra su rigor se esfuerza;

pero, como ha tantos días

que no le hago defensa, 1495

no pueden contra su ofensa

las débiles fuerzas mías.

Morandro Enjuga, Lira , los ojos;

deja que los tristes míos

se vuelvan corrientes ríos 1500

nacidos de tus enojos;

y, aunque la hambre ofendida

te tenga tan sin compás,

de hambre no morirás

mientras yo tuviere vida. 1505

Yo me ofrezco de saltar

el foso y el muro fuerte,

y entrar por la misma muerte,

para la tuya escusar.

El pan que el romano toca, 1510

sin que el temor me destruya,

lo quitaré de la suya

para ponerlo en tu boca.

Con mi brazo haré carrera

a tu vida y a mi muerte, 1515

porque más me mata el verte,

señora, de esa manera.

Yo te traeré de comer

a pesar de los romanos,

si ya son estas mis manos 1520

las mismas que solían ser.

Lira Hablas como enamorado,

Morandro; pero no es justo

 que ya tome gusto* el gusto*    Juego de palabras: "que ya tome placer el apetito"

con tu peligro comprado. 1525

Poco podrá sustentarme

cualquier robo que harás,

aunque más cierto hallarás

el perderte que ganarme.

Goza de tu mocedad 1530

en fresca edad y crecida,

que más importa tu vida

que la mía a la ciudad.

Tú podrás bien defendella

de la enemiga asechanza, 1535

que no la flaca pujanza

desta tan triste doncella.

Ansí que, mi dulce amor,

despide ese pensamiento,

que yo no quiero sustento 1540

ganado con tu sudor;

que, aunque puedas alargar

mi muerte por algún día,

esta hambre que porfía

en fin nos ha de acabar. 1545

Morandro En vano trabajas, Lira ,

de impidirme este camino,

do mi voluntad y signo

allá me convida y tira.

Tú rogarás entretanto 1550

a los dioses que me vuelvan

con despojos que resuelvan

tu miseria y mi quebranto.

Lira Morandro, mi dulce amigo,

no vayas; que se me antoja 1555

que de tu sangre veo roja

la espada del enemigo.

No hagas esta jornada,

Morandro, bien de mi vida;

que si es mala la salida, 1560

 es muy peor la tornada*.    el regreso

Si quiero aplacar tu brío,

por testigo pongo al cielo;

 que de tu daño recelo*,    recelar es tener miedo o sospechar que algo ocurra

y no del provecho mío; 1565

mas si acaso, amado amigo,

prosigues esta contienda,

lleva este abrazo por prenda

de que me llevas contigo.

Morandro Lira , el cielo te acompañe. 1570

Vete, que a Leoncio veo.

Lira Y a ti te cumpla el deseo

y en ninguna parte dañe.

Leoncio ha de estar escuchando todo lo que ha pasado entre su amigo Morandro y Lira .

Leoncio Terrible ofrecimiento es el que has hecho,

y en él, Morandro, se nos muestra claro 1575

que no hay cobarde enamorado pecho,

aunque de tu virtud y valor raro

debe más esperarse; mas yo temo

que el hado infeliz se [nos] muestre avaro.

He estado atento al miserable extremo 1580

en que te ha dicho Lira que se halla,

indigno, cierto, a su valor supremo,

y que tú has prometido de libralla

deste presente daño, y arrojarte

en las armas romanas a batalla. 1585

Yo quiero, buen amigo, acompañarte,

y en empresa tan justa y tan forzosa

con mis pequeñas fuerzas ayudarte.

Morandro ¡Oh mitad de mi alma! ¡Oh venturosa

amistad, no en trabajos dividida, 1590

ni en la ocasión más próspera y dichosa!

Goza, Leoncio, de la dulce vida;

quédate en la ciudad, que yo no quiero

ser de tus verdes años homicida.

Yo solo tengo de ir; yo solo espero 1595

volver con los despojos merecidos

a mi inviolable fe y amor sincero.

Leoncio Pues ya tienes, Morandro, conocidos

mis deseos, que en buena o mala suerte

al sabor de los tuyos van medidos; 1600

sabrás que no los miedos de la muerte

de ti me apartarán un solo punto,

ni otra cosa, si la hay, que sea mas fuerte.

Contigo tengo de ir; contigo junto

he de volver, si ya el cielo no ordena 1605

que quede en tu defensa allá difunto.

Morandro Quédate, amigo; queda en hora buena,

porque si yo acabare aquí la vida

en esta empresa de peligro llena,

tú puedas a mi Madre dolorida 1610

consolar en el trance riguroso,

y a la esposa de mí tanto querida.

 Leoncio Cierto que estás, amigo, muy donoso*    gracioso

en pensar que, tú muerto, quedaría

yo con tal quietud y tal reposo, 1615

que de consuelo alguno serviría

a la doliente Madre y triste esposa.

Pues en la tuya está la muerte mía,

seguirte tengo en la ocasión dudosa:

mira cómo ha de ser, Morandro amigo, 1620

y en el quedarme no me hables cosa.

Morandro Pues no puedo estorbarte el ir conmigo,

en el silencio de la noche oscura

tenemos de asaltar al enemigo.

Lleva ligeras armas; que ventura 1625

es la que ha de ayudar al alto intento,

 que no la malla entretejida y dura*.    armadura o coraza

Lleva ansí mismo puesto el pensamiento

en robar y traer a buen recado

 lo que pudieres más de bastimento*. 1630    provisiones, alimento

Leoncio Vamos, que no saldré de tu mandado.

[Vanse.]

Scena II

Dos numantinos comentan la terrible situación de la ciudad. Hablan de la hoguera en la cual se están quemando todas las posesiones materiales de la ciudad. Señalan cómo la gente esta muriendo de hambre. Anuncia la nueva orden que manda la muerte de todas las mujeres, niños y viejos de Numancia para que ninguno caiga en poder de los romanos. Luego entran en escena una madre con sus hijos. Los niños piden comida. La madre, desesperada, no puede hacer nada para alimentarlos.

Dos numantinos.

Primero ¡Derrama, oh dulce hermano, por los ojos

el alma en llanto amargo convertida!

Venga la muerte y lleve los despojos

de nuestra miserable y triste vida. 1635

Segundo Bien poco durarán estos enojos;

 que ya la muerte viene apercebida*    preparada

para llevar en presto y breve vuelo

a cuantos pisan de Numancia el suelo.

Principios veo que prometen presto 1640

amargo fin a nuestra dulce tierra,

sin que tengan cuidado de hacer esto

los contrarios ministros de la guerra:

nosotros mismos, a quien ya es molesto

y enfadoso el vivir que nos atierra, 1645

hemos dado sentencia inrevocable

de nuestra muerte, aunque cruel, loable.

En la plaza mayor ya levantada

 queda una ardiente cudiciosa* hoguera,    codiciosa

 que, de nuestras riquezas ministrada*, 1650    alimentada

sus llamas sube hasta la cuarta esfera.

Allí con triste priesa acelerada

y con mortal y tímida carrera

acuden todos, como a santa ofrenda,

a sustentar sus llamas con su hacienda. 1655

Allí la perla del rosado oriente,

y el oro en mil vasijas fabricado,

y el diamante y rubí más excelente,

y la extremada púrpura y brocado,

en medio del rigor fogoso ardiente 1660

de la encendida llama es arrojado:

despojos do pudieran los romanos

henchir los senos y ocupar las manos.

Aquí salen algunos cargados de ropa, y entran por una puerta y salen por otra.

Vuelve al triste espectáculo la vista:

verás con cuánta priesa y cuánta gana 1665

toda Numancia en numerosa lista

 aguija* a sustentar la llama insana;    se da prisa

 y no con verde leño y seca arista*,    paja

no con materia al consumir liviana,

sino con sus haciendas mal gozadas, 1670

pues se ganaron para ser quemadas.

Primero Si con esto acabara nuestro daño,

pudiéramos llevallo con paciencia;

mas, ¡ay!, que se ha de dar, si no me engaño,

de que muramos todos cruel sentencia. 1675

Primero que el rigor bárbaro estraño

muestre en nuestras gargantas su inclemencia,

verdugos de nosotros nuestras manos

serán, y no los pérfidos romanos.

Han acordado que no quede alguna 1680

mujer, niño ni viejo con la vida,

pues, al fin, la cruel hambre importuna

con más fiero rigor es su homicida.

Mas ves allí do asoma, hermano, una

que, como sabes, fue de mí querida 1685

un tiempo, con extremo tal de amores,

cual es el que ella tiene de dolores.

Sale una mujer con una criatura en los brazos y otra de la mano.

Madre ¡Oh duro vivir molesto,

terrible y triste agonía!

Hijo Madre, ¿por ventura, habría 1690

quien nos diese pan por esto?

Madre ¿Pan, hijo? Ni aun otra cosa

que semeje de comer.

Hijo Pues, ¿tengo de perecer

de dura hambre rabiosa? 1695

Con poco pan que me deis,

madre, no os pediré más.

Madre Hijo, ¡qué pena me das!

Hijo ¿Pues qué, madre, no queréis?

Madre Sí quiero; mas, ¿qué haré, 1700

que no sé dónde buscallo?

Hijo Bien podéis, madre, comprallo;

si no, yo lo compraré;

mas, por quitarme de afán,

si alguno conmigo topa, 1705

le daré toda esta ropa

 por un mendrugo de pan*.    pedazo de pan

Madre ¿Qué mamas, triste criatura?

¿No sientes que a mi despecho

sacas ya del flaco pecho, 1710

por leche, la sangre pura?

Lleva la carne a pedazos

y procura de hartarte,

que no pueden más llevarte

mis flojos, cansados brazos. 1715

Hijos del ánima mía,

¿con qué os podré sustentar,

si apenas tengo qué os dar

de la propia carne mía?

¡Oh hambre terrible y fuerte, 1720

cómo me acabas la vida!

¡Oh guerra, sólo venida

para causarme la muerte!

 Hijo ¡Madre mía, que me fino*!    me muero

Aguijemos a do vamos, 1725

que parece que alargamos

la hambre con el camino.

Madre Hijo, cerca está la plaza

adonde echaremos luego

en mitad del vivo fuego 1730

 el peso que te embaraza*.   te angustia

Éntra[n]se.

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