Español 480:  Cervantes: Del soneto burlesco a Don Quijote


La destruyción de Numancia

 

Jornada II

Scena I

Los líderes numantinos se reúnen para discutir su situación ahora que Numancia está cercada por el ejército romano y por otras tribus hispanas que les ayudan. Las opciones que se consideran son: romper el cerco por la fuerza, proponer un combate mano-a-mano entre un romano y un numantino para decidir el conflicto, hacer sacrificios a Júpiter y tratar de averiguar a través de la magia y la astrología lo que el destino tiene reservado para Numancia.

Interlocutores:

Teógenes y Corabino, con otros cuatro numantinos, gobernadores de Numancia, y Marquino, hechicero, y un cuerpo muerto, que saldrá a su tiempo. Siéntanse a consejo, y los cuatro numantinos que no tienen nombres se señalan así: Primero, Segundo, Tercero, Cuarto.

Teógenes Paréceme, varones esforzados,

que en nuestros daños con rigor influyen

los tristes signos y contrarios hados,

pues nuestra fuerza y maña desminuyen. 540

Tiénennos los romanos encerrados,

 y con cobardes mañas* nos destruyen;    trucos, estratagemas

ni con matar muriendo no hay vengarnos,

ni podemos sin alas escaparnos.

Y no sólo a vencernos se despiertan 545

 los que habemos* vencido veces tantas,    hemos

que también españoles se conciertan

 con ellos a segar* nuestras gargantas;    cortar

tan gran maldad los cielos no consientan:

con rayos hieran las ligeras plantas 550

que se mueven en daño del amigo,

favoreciendo al pérfido enemigo.

Mirad si imagináis algún remedio

para salir de tanta desventura,

porque este largo y trabajoso asedio 555

sólo promete presta sepultura;

el ancho foso nos estorba el medio

de probar con las armas la ventura,

aunque a veces valientes, fuertes brazos,

 rompen mil contrapuestos embarazos.* 560    impedimentos

 Corabino ¡A Júpiter pluguiera* soberano    ¡Ojalá que al soberano Júpiter le placiera

que nuestra juventud sola se viera

con todo el bravo ejército romano,

adonde el brazo rodear pudiera!

Que allí al valor de la española mano 565

la mesma muerte poco estorbo fuera,

para dejar de abrir ancho camino

a la salud del pueblo numantino.

Mas, pues en tales términos nos vemos,

que estamos como damas encerrados, 570

hagamos todo cuanto hacer podremos

 para mostrar los ánimos osados:*    valientes

a nuestros enemigos convidemos

a singular batalla; que, cansados

de este cerco tan largo, ser podría 575

quisiesen acabarle por tal vía.

Y, cuando este remedio no suceda

a la justa medida del deseo,

Otro camino de intentar nos queda,

aunque más trabajoso, a lo que creo: 580

este foso y muralla que nos veda

el paso al enemigo que allí veo,

en un tropel de noche le rompamos,

y por ayuda a los amigos vamos.

Num. Prim. O sea por el foso o por la muerte, 585

de abrir tenemos paso a nuestra vida;

que es dolor insufrible el de la muerte,

si llega cuando más vive la vida;

remedio a las miserias es la muerte,

si se acrecientan ellas con la vida, 590

y suele tanto más ser excelente,

cuanto se muere más honradamente.

Segundo ¿Con qué más honra pueden apartarse

de nuestros cuerpos estas almas nuestras,

que en las romanas armas arrojarse 595

y en su daño mover las fuertes diestras?

En la ciudad podrá muy bien quedarse

quien gusta de cobarde dar las muestras;

que yo mi gusto pongo en quedar muerto

en el cerrado foso o campo abierto. 600

 Tercero Esta insufrible hambre macilenta,*    triste, pálida

que tanto nos persigue y nos rodea,

hace que en vuestro parecer consienta,

puesto que temerario y duro sea.

 Muriendo escusaremos tanta afrenta;* 605    vergüenza

mas quien morir de hambre no desea,

arrójese conmigo al foso, y haga

camino a su remedio con la daga.

Cuarto Primero que vengáis al trance duro

desta resolución que habéis tomado, 610

paréceme ser bien que desde el muro

nuestro fiero enemigo sea avisado,

diciéndole que dé campo seguro

a un numantino y otro su soldado,

y que la muerte de uno sea sentencia 615

que acabe nuestra antigua diferencia.

 Son los romanos tan soberbia* gente,    orgullosa

que luego aceptarán este partido;

y si lo aceptan, creo firmemente

 que nuestro amargo daño ha fenecido,* 620    muerto

pues está Corabino aquí presente,

cuyo valor me tiene persuadido

que él solo contra tres bravos romanos

quitará la victoria de las manos.

También será acertado que Marquino, 625

 pues es un agorero* tan famoso,    adivino

mire qué estrella, qué planeta o signo

nos amenaza muerte o fin honroso,

y si puede hallar algún camino

que nos pueda mostrar si del dudoso 630

 cerco cruel do* estamos oprimidos    donde

saldremos vencedores o vencidos.

También primero encargo que se haga

a Júpiter solene sacrificio,

de quien podremos esperar la paga 635

harto mayor que nuestro beneficio;

cúrese luego la profunda llaga

 del arraigado acostumbrado vicio:*    Alusión a las faltas o pecados de Numancia

quizá con esto mudará de intento

el hado esquivo y nos dará contento. 640

Para morir, jamás le falta tiempo

al que quiere morir desesperado:

siempre seremos a sazón y a tiempo

para mostrar, muriendo, el pecho osado;

mas, porque no se pase en balde el tiempo, 645

mirad si os cuadra lo que aquí he ordenado;

y si no os pareciere, dad un modo

que mejor venga y que convenga a todo.

Marquino Esa razón que muestran tus razones

es aprobada del intento mío. 650

 Háganse sacrificios y oblaciones*    ofrendas

y póngase en efeto el desafío;

que yo no perderé las ocasiones

de mostrar de mi ciencia el poderío:

 yo sacaré del hondo centro escuro* 655    del infierno

quien nos declare el bien o el mal futuro.

Teógenes Yo desde aquí me ofrezco, si os parece

que puede de mi esfuerzo algo fiarse,

de salir a este duelo que se ofrece,

si por ventura viene a efectuarse. 660

Corabino Más honra tu valor raro merece:

bien pueden de tu esfuerzo confiarse

más difíciles cosas y mayores,

por ser el que es mejor de los mejores.

Y, pues tú ocupas el lugar primero 665

de la honra y valor con causa justa,

yo, que en todo me cuento por postrero,

 quiero ser el haraldo* desta justa.    oficial, rey de armas en una justa, duelo o combate

Primero Pues yo, con todo el pueblo, me prefiero

hacer de lo que Júpiter más gusta, 670

que son los sacrificios y oraciones,

si van con enmendados corazones.

Segundo Vámonos, y con presta diligencia

hagamos cuanto aquí propuesto habemos,

antes que la pestífera dolencia 675

de la hambre nos ponga en los extremos.

Tercero Si tiene el Cielo dada la sentencia

de que en este rigor fiero acabemos,

revóquela, si acaso lo merece

la justa enmienda que Numancia ofrece. 680

[Vanse].

Scena II

Morando y Leoncio, grandes amigos, sostienen un debate sobre el problema de Morandro. Este, enamorado por largos años de Lira, ve ahora que ya estaba por casarse como sus esperanzas de amor desaparecen junto con el futuro de Numancia. Leoncio cree que es flojera en el soldado pensar en amores, pero Morandro lo contradice con fuerza. Más adelante, Morandro y Leoncio presencian los sacrificios que hacen los sacerdotes numantinos a los dioses. Los agüeros (omens) son todos completamente negativo. Luego los dos amigos asisten a la ceremonia en que Marquino, supremo hechicero de Numancia, resucita a un joven recién muerto para que revele el futuro que le espera al pueblo numantino. Las predicciones del muerto son tan terribles que Marquino, desesperado, se suicida.

Salen primero dos soldados numantinos: Morandro y Leoncio.

Leoncio Morandro, amigo, ¿a dó vas,

o hacia dó mueves el pie?

Morandro Si yo mismo no lo sé,

tampoco tú lo sabrás.

Leoncio ¡Cómo te saca de seso 685

tu amoroso pensamiento!

Morandro Antes, después que le siento

tengo más razón y peso.

Leoncio Eso ya está averiguado:

que el que sirviere al Amor 690

ha de ser, por su dolor,

 con razón muy más pesado.*    juego entre: peso = substancia, gravedad, carácter; y pesado = antipático, cargante

Morandro De malicia o de agudeza

no escapa lo que dijiste.

Leoncio Tú mi agudeza entendiste, 695

 mas yo entiendo tu simpleza.*    ignorancia

Morandro ¿Que soy simple en querer bien?

Leoncio Sí, si al querer no se mide,

como la razón lo pide,

con cuándo, cómo y a quién. 700

Morandro ¿Reglas quiés poner a amor?

Leoncio La razón puede ponellas.

Morandro Razonables serán ellas,

 mas no de mucho primor.*    de mucha belleza

Leoncio En la amorosa porfía, 705

a razón no hay conocella.

Morandro Amor no va contra ella,

aunque de ella se desvía.

Leoncio ¿No es ya contra la razón,

siendo tú tan buen soldado, 710

andar tan enamorado

 en esta estrecha* ocasión?    angustiosa

¿Al tiempo que del dios Marte

has de pedir el furor,

te entretienes con Amor, 715

que mil blanduras reparte?

¿Ves la patria consumida

y de enemigos cercada,

y tu memoria, turbada

por amor, de ella se olvida? 720

 Morandro En ira mi pecho se arde*    Hay fuego y rabia en mi pecho

por verte hablar sin cordura:

¿hizo el amor, por ventura,

a ningún pecho cobarde?

¿Dejo yo la centinela 725

por ir dónde está mi dama,

o estoy durmiendo en la cama

cuando mi capitán vela?

¿Hasme tú visto faltar

de lo que debo a mi oficio 730

por algún regalo o vicio,

ni menos por bien amar?

Y si nada me has hallado

de que deba dar disculpa,

¿por qué me das tanta culpa 735

de que sea enamorado?

Y si de conversación

me ves que ando siempre ajeno,

 mete la mano en tu seno,*    pon la mano en tu corazón

verás si tengo razón. 740

¿No sabes los muchos años

que tras Lira ando perdido?

 ¿No sabes que era venido*    que había llegado

el fin de mis tristes daños,

porque su padre ordenaba 745

de dármela por mujer,

y que Lira su querer

con el mío concertaba?

También sabes que llegó

en tan dulce coyuntura 750

esta fuerte guerra dura,

por quien mi gloria cesó.

 Dilatóse* el casamiento    El casamiento se retrasó

hasta acabar esta guerra,

porque no está nuestra tierra 755

para fiestas y contento.

Mira cuán poca esperanza

puedo tener de mi gloria,

pues está nuestra victoria

toda en la enemiga lanza. 760

De la hambre fatigados,

 sin medio de algún remedio,*    sin posibilidad alguna de remedio

tal muralla y foso en medio,

pocos, y esos encerrados.

Pues, como veo llevar 765

mis esperanzas del viento,

ando triste y descontento,

ansí cual me ves andar.

Leoncio Sosiega, Morandro, el pecho;

 vuelve al brío* que tenías: 770    valor, coraje

quizá por ocultas vías

se ordena nuestro provecho;

que Júpiter soberano

nos descubrirá camino,

por do el pueblo numantino 775

quede libre del romano;

y, en dulce paz y sosiego,

de tu esposa gozarás,

y las llamas templarás

deste tu amoroso fuego; 780

que, para tener propicio

 al gran Júpiter Tonante,*    Júpiter era el dios del trueno (thunder)

hoy Numancia, en este instante,

le quiere hacer sacrificio.

Ya el pueblo viene y se muestra 785

con las víctimas e incienso.

¡Oh Júpiter, padre imenso,

mira la miseria nuestra!

[Apártanse a un lado.]

Han de salir agora dos numantinos, vestidos como sacerdotes antiguos, y traen asido de los cuernos en medio de entrambos un carnero grande, coronado de oliva o yedra y otras flores, y un paje con una fuente (bowl) de plata y una toalla al hombro; otro , con un jarro de plata lleno de agua; otro , con otro lleno de vino; otro , con otro plato de plata con un poco de incienso; otro, con fuego y leña; otro que ponga una mesa con un tapete (mantel), donde se ponga todo esto; y salgan en esta scena todos los que hubiere en la comedia, en hábito (traje) de numantinos, y luego los sacerdotes, y dejando el uno el carnero de la mano, diga:

Sac. prim. Señales ciertas de dolores ciertos

se me han representado en el camino, 790

 y los canos cabellos tengo yertos.*    y los blancos cabellos tengo helados

Sac. seg. Si acaso yo no soy mal adevino,

nunca con bien saldremos desta impresa.

¡Ay, desdichado pueblo numantino!

Primero Hagamos nuestro oficio con la priesa 795

 que nos incitan los agüeros* tristes.    pronósticos

Segundo Poned, amigos, hacia aquí esa mesa:

el vino, encienso y agua que trujistes,

 poneldo* encima y apartaos afuera,    ponedlo (pónganlo)

y arrepentíos de cuanto mal hicistes; 800

que la oblación mejor y la primera

que se debe ofrecer al alto cielo,

es alma limpia y voluntad sincera.

Primero El fuego no le hagáis vos en el suelo,

 que aquí viene brasero* para ello; 805    brazier

 que ansí lo pide el religioso celo.*    la disciplina religiosa

Segundo Lavaos las manos y limpiaos el cuello.

Primero Dad acá el agua... ¿El fuego no se enciende?

Uno ¡No hay quien pueda, señores, encendello!

Segundo ¡Oh Júpiter! ¿Qué es esto que pretende 810

 de hacer en nuestro daño el hado esquivo?*    el destino antipático

 ¿Cómo el fuego en la tea* no se emprende?    antorcha

Uno Ya parece, señor, que está algo vivo.

Primero ¡Quítate afuera, oh flaca llama escura,

que dolor en mirarte ansí recibo! 815

¿No miras cómo el humo se apresura

a caminar al lado del poniente,

y la amarilla llama mal sigura

sus puntas encamina hacia el oriente?

¡Desdichada señal! ¡Señal notoria 820

que nuestro mal y daño está presente!

Segundo Aunque lleven romanos la victoria

de nuestra muerte, en humo ha de tornarse

 y en llamas vivas nuestra muerte y gloria.*    Primera predicción: La victoria romana se convertirá en humo al igual que la muerte y gloria numantina se convertira en cenizas.

Primero Pues debe con el vino rociarse 825

el sacro fuego, dad acá ese vino,

y el incienso también, que ha de quemarse.

Rocían el fuego, y a la redonda, con el vino, y luego ponen el incienso en el fuego y dice el

Segundo Al bien del triste pueblo numantino

endereza, ¡oh gran Júpiter!, la fuerza

propicia del contrario amargo signo. 830

Primero Ansí como este ardiente fuego fuerza

a que en humo se vaya el sacro incienso,

ansí se haga al enemigo fuerza,

para que en humo eterno, padre inmenso,

todo su bien, toda su gloria vaya, 835

ansí como tú puedes y yo pienso.

Segundo Tengan los cielos su poder a raya,

ansí como esta víctima tenemos,

y lo que ella ha de haber, él también haya.

Primero ¡Mal responde el agüero: mal podremos 840

ofrecer esperanza al pueblo triste,

para salir del mal que poseemos!

Hágase ruido debajo del tablado con un barril lleno de piedras, y dispárese un cohete volador.

Segundo ¿No oyes un ruido, amigo? [Di, ¿no] viste

el rayo ardiente que pasó volando?

Présago verdadero desto fuiste. 845

Primero Turbado estoy; de miedo estoy temblando.

¡Oh, qué señales en el aire veo,

qué amargo fin nos van pronosticando!

¿No ves un escuadrón airado y feo

de unas águilas fieras, que pelean 850

con otras aves en marcial rodeo?

Segundo Sólo su esfuerzo y su rigor emplean

en encerrar las aves en un cabo,

y con astucia y arte las rodean.

 Primero Tal señal vitupero,* y no la alabo: 855    desprecio

¡Águilas imperiales vencedoras!

 ¡Tú verás de Numancia presto el cabo!*    ¡Tú verás pronto el fin de Numancia!

Segundo ¡Águilas, de gran mal anunciadoras,

partíos, que ya el agüero vuestro entiendo;

ya el efecto: contadas son las horas! 860

Primero Con todo, el sacrificio hacer pretendo

desta inocente víctima, guardada

para aplacar el dios del rostro horrendo.

 ¡Oh gran Plutón,* a quien por suerte dada    Plutón, dios del infierno de extraordinaria fealdad

le fue la habitación del reino oscuro, 865

y el mando en la infernal triste morada,

ansí vivas en paz, cierto y seguro

 de que la hija de la sacra Ceres*    Proserpina

corresponde a tu amor con amor puro,

que todo aquello que en provecho vieres 870

venir del pueblo triste que te invoca,

lo allegues cual se espera de quien eres.

Atapa la profunda escura boca

 por do salen las tres fieras hermanas*    las tres Parcas: Cloto, Láqueda y Atropos

a hacernos el daño que nos toca; 875

y sean de dañarnos tan livianas

Quite algunos pelos al carnero y échelos al aire.

sus intenciones, que las lleve el viento,

como se lleva el pelo de estas lanas.

Y, ansí como yo baño y ensangriento

este cuchillo en esta sangre pura, 880

con alma limpia y limpio pensamiento,

ansí la tierra de Numancia dura

se bañe con la sangre de romanos,

y aun les sirva también de sepultura.

Aquí ha de salir por los huecos del tablado un demonio hasta el medio cuerpo, y ha de arrebatar el carnero, y meterle dentro, y tornar luego a salir, y derramar y esparcir el fuego y todos los sacrificios.

Mas, ¿quién me ha arrebatado de las manos 885

la víctima? ¿Qué es esto, dioses santos?

¿Qué prodigios son esos tan insanos?

¿No os han enternecido ya los llantos

deste pueblo lloroso y afligido,

ni la sagrada voz de nuestros cantos? 890

Segundo Antes creo que se han endurecido,

cual se puede inferir de las señales

tan fieras como aquí han acontecido.

Nuestros vivos remedios son mortales:

toda es pereza nuestra diligencia, 895

y los bienes ajenos, nuestros males.

Uno del pueblo En fin, dado han los cielos la sentencia

de nuestro fin amargo y miserable;

no nos quiere valer ya su clemencia.

Otro Lloremos, pues, en son tan lamentable 900

nuestra desdicha, que en la edad postrera

dél y de nuestro esfuerzo siempre se hable.

Marquino haga la experiencia entera

de todo su saber, y sepa cuanto

nos promete de mal la lastimera 905

suerte, que ha vuelto nuestra risa en llanto.

Sálense todos, y quedan solos Morandro y Leoncio.

Morandro Leoncio, ¿qué te parece?

¿Tendrán remedio mis males

con estas buenas señales

que aquí el cielo nos ofrece? 910

¿Tendrá fin mi desventura

cuando se acabe la guerra,

que será cuando la tierra

me sirva de sepultura?

Leoncio Morandro, al que es buen soldado 915

agüeros no le dan pena,

que pone la suerte buena

en el ánimo esforzado;

y esas vanas apariencias

nunca le turban el tino: 920

su brazo es su estrella y signo;

su valor, sus influencias.

Pero si quieres creer

en este notorio engaño,

aún quedan, si no me engaño, 925

 experiencias* más que hacer;    experimentos, intentos

que Marquino las hará,

las mejores de su ciencia,

y el fin de nuestra dolencia

ser bueno o malo sabrá. 930

Paréceme que le veo:

¡en qué estraño traje viene!

Morandro Quien con feos se entretiene,

 no es mucho que venga feo.*    juego comparando la fealdad del vestido de Marquino y la fealdad de su trabajo como hechicero (warlock)

¿Será acertado seguirle? 935

Leoncio Acertado me parece,

por si acaso se le ofrece

algo en que poder servirle.

Aquí sale Marquino con una ropa negra de bocací ancha, y una cabellera negra, y los pies descalzos; y en la cinta traerá, de modo que se le vean, tres redomillas llenas de agua: la una negra, la otra teñida con azafrán y la otra clara; y en la una mano, una lanza barnizada de negro, y en la otra, un libro; y viene Milvio con él, y, así como entran, se ponen a un lado Leoncio y Morandro.

Marquino ¿Dó dices, Milvio, que está el joven triste?

Milvio En esta sepultura está enterrado. 940

Marquino No yerres el lugar do le pusiste.

Milvio No, que con esta piedra señalado

dejé el lugar adonde el mozo tierno

fue con lágrimas tiernas sepultado.

Marquino ¿De qué murió?

 Milvio Murió de mal gobierno:* 945    de pobre alimentación

la flaca hambre le acabó la vida,

peste cruel salida del infierno.

Marquino En fin, ¿que dices que ninguna herida

le cortó el hilo del vital aliento,

ni fue cáncer ni llaga su homicida? 950

Esto te digo, porque hace al cuento

de mi saber que esté este cuerpo entero,

 organizado todo y en su asiento.*    con sus órganos intactos

Milvio Habrá tres horas que le di el postrero

reposo, y le entregué a la sepultura, 955

y de hambre murió, como refiero.

Marquino Está muy bien, y es buena coyuntura

la que me ofrecen los propicios signos

para invocar de la región oscura

los feroces espíritus malignos. 960

Presta atentos oídos a mis versos,

fiero Plutón, que en la región oscura,

entre ministros de ánimos perversos,

te cupo de reinar suerte y ventura;

haz, aunque sean de tu gusto adversos, 965

cumplidos mis deseos, y en la dura

ocasión que te invoco no te tardes,

ni a ser más oprimido de mí aguardes.

Quiero que al cuerpo que aquí está enterrado

vuelvas el alma que le daba vida, 970

 aunque el fiero Carón* del otro lado    Caronte, personaje encargado de llevar las almas de los muertos en barca al otro lado de la laguna Estigia (Styx) y el río Aqueronte

 la tenga en la ribera denegrida;*   La ribera del otro mundo, es decir, la otra orilla de la laguna Estigia (Styx)

y, aunque en las tres gargantas del airado

 Cerbero* esté penada y escondida,   Cerbero era el perro de 3 cabezas que vigilaba la puerta del infierno

salga, y torne a la luz del mundo nuestro; 975

que luego tornará al escuro vuestro.

Y, pues ha de salir, salga informada

del fin que ha de tener guerra tan cruda,

y desto no me encubra o calle nada,

ni me deje confuso y con más duda: 980

la plática desta alma desdichada,

de toda ambigüidad libre y desnuda

tiene de ser. ¡Invíala...! ¿Qué esperas?

¿Esperas a que hable con más veras?

¿No revolvéis la piedra, desleales? 985

Decid, ministros falsos, ¿qué os detiene?

¿Cómo no me habéis dado ya señales

de que hacéis lo que digo y me conviene?

¿Buscáis, con deteneros, vuestros males,

o gustáis de que yo al momento ordene 990

de poner en efecto los conjuros

que ablandan vuestros fieros pechos duros?

 Ea, pues, vil canalla* mentirosa,    chusma, gentuza (rabble)

aparejaos a duro sentimiento,

pues sabéis que mi voz es poderosa 995

de doblaros la rabia y el tormento.

 Dime, traidor esposo de la esposa

que seis meses del año, a su contento,

está sin ti, haciéndote cornudo:*

   Plutón era abandonado por Proserpina, diosa de la fecundidad, durante los seis meses de la primavera y el verano. cornudo = cuckold

¿por qué a mis peticiones estás mudo? 1000

Este hierro, bañado en agua clara

que al suelo no tocó en el mes de mayo,

herirá en esta piedra y hará clara

y patente la fuerza deste ensayo.

Con el agua de la redoma clara baña el hierro de la lanza, y luego hiere en la tabla; y debajo, o suéltense cohetes o hágase el rumor con el barril de piedras.

Ya parece, canalla, que a la clara 1005

dais muestras de que os toma cruel desmayo.

¿Qué rumores son estos? ¡Ea, malvados,

que al fin venís, aunque venís forzados!

Levantad esta piedra, fementidos,

y descubridme el cuerpo que aquí yace. 1010

¿Qué es esto? ¿Qué tardáis? ¿A dó sois idos?

¿Cómo mi mandado al punto no se hace?

¿No os curáis de amenazas, descreídos?

Pues no esperéis que más os amenace:

esta agua negra del Estigio lago 1015

dará a vuestra tardanza presto el pago.

Agua de la fatal negra laguna,

cogida en triste noche, escura y negra,

por el poder que en ti junto se aúna,

a quien otro poder ninguno quiebra, 1020

a la banda diabólica importuna,

 y a quien la primer forma de culebra

tomó,* conjuro, apremio, pido y mando

   Satanás tomó forma de serpiente para tentar a Eva en el Paraíso

que venga a obedecerme aquí volando.

Rocía con el agua la sepultura y ábrese.

¡Oh mal logrado mozo!, sal ya fuera 1025

y vuelve a ver el sol claro y sereno;

deja aquella región do no se espera

en ella un día sosegado y bueno.

Dame, pues puedes, relación entera

de lo que has visto en el profundo seno; 1030

digo, de aquello a que mandado eres,

y más, si al caso toca y tú pudieres.

Sale el cuerpo amortajado, con un rostro de máscara descolorido, como de muerto, y va saliendo poco a poco, y, en saliendo, déjase caer en el teatro, sin mover pie ni mano hasta su tiempo.

¿Qué es esto? ¿No respondes? ¿No revives?

¿Otra vez has gustado de la muerte?

Pues yo haré que con tu pena avives 1035

y tengas el hablarme a buena suerte.

Pues eres de los nuestros, no te esquives

de hablarme y responderme: mira, advierte

que si callas, haré que, con tu mengua,

sueltes la atada y encogida lengua. 1040

Rocía el cuerpo con el agua amarilla, y luego le azota con un azote.

Espíritus malignos, ¿no aprovecha?

Pues esperad: saldrá el agua encantada,

que hará mi voluntad tan satisfecha

cuanto es la vuestra pérfida y dañada;

y, aunque esta carne fuera polvos hecha, 1045

siendo con este azote castigada,

cobrará nueva, aunque ligera vida,

del áspero rigor suyo oprimida.

Menéase y estremécese el cuerpo a este punto.

Alma rebelde, vuelve al aposento

que pocas horas ha desocupaste. 1050

Ya vuelves, ya lo muestras, ya te siento;

que, al fin, a tu pesar, en él te entraste.

El cuerpo Cese la furia del rigor violento

tuyo, Marquino; baste, triste, baste

la que yo paso en la región escura, 1055

sin que tú crezcas más mi desventura.

Engáñaste si piensas que recibo

contento de volver a esta penosa,

mísera y corta vida que ahora vivo,

que ya me va faltando presurosa; 1060

antes me causas un dolor esquivo,

pues otra vez la muerte rigurosa

triunfará de mi vida y de mi alma;

mi enemigo tendrá doblada palma.

El cual, con otros del escuro bando, 1065

de los que son sujetos a aguardarte,

está con rabia en torno, aquí esperando

a que acabe, Marquino, de informarte

 del lamentable fin, del mal nefando*    nefarious

que de Numancia puedo asegurarte; 1070

la cual acabará a las mismas manos

de los que son a ella más cercanos.

 No llevarán romanos la victoria

de la fuerte Numancia, ni ella menos

tendrá del enemigo triunfo o gloria, 1075

amigos y enemigos siendo buenos;

no entiendas que de paz habrá memoria,

que rabia alberga en sus contrarios senos:

el amigo cuchillo, el homicida

de Numancia será, y será su vida.* 1080

   Segunda profecía: El muerto anuncia que los romanos no vencerán a los numantinos. Señala que no habrá paz entre los dos pueblos. Indica que la muerte de los numantinos se llevará a cabo por manos amigas. Afirma que esta muerte será también la vida o fama de Numancia.

Arrójase en la sepultura y dice:

Y quédate, Marquino, que los hados

no me conceden más hablar contigo;

y, aunque mis dichos tengas por trocados,

al fin saldrá verdad lo que te digo.

Marquino ¡Oh tristes signos; signos desdichados! 1085

Si esto ha de suceder del pueblo amigo,

Primero que mirar tal desventura,

mi vida acabe en esta sepultura.

Arrójase Marquino en la sepultura.

Morandro Mira, Leoncio, si ves

por dó yo pueda decir 1090

que no me haya de salir

todo mi gusto al revés.

De toda nuestra ventura

cerrado está ya el camino;

si no, dígalo Marquino, 1095

el muerto y la sepultura.

Leoncio Que todas son ilusiones,

quimeras y fantasías,

agüeros y hechicerías,

diabólicas invenciones. 1100

No muestres que tienes poca

 ciencia en creer desconciertos;*    disparates, supersticiones

que poco cuidan los muertos

de lo que a los vivos toca.

Milvio Nunca Marquino hiciera 1105

desatino tan estraño,

si nuestro futuro daño

como presente no viera.

Avisemos este caso

al pueblo, que está mortal; 1110

mas, para dar nueva tal,

¿quién podrá mover el paso?

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