Español 480:  Cervantes: Del soneto burlesco a Don Quijote


Tragedia de la destruyción de Numancia

Interlocutores:

Cipión.

Jugurta.

Gayo Mario.

Dos Embajadores de Numancia.

Soldados romanos.

Quinto Fabio.

Máximo, hermano de Cipión

Jornada I

 Scena I

Salen primero Cipión y Jugurta.

   Cipión, nuevo general de las tropas romanas, piensa en su difícil misión. Decide él que es importante que los romanos recuperen su valor combativo y abandonen la comodidad y el comfort del sexo, la comida fina, los lujos, etc. Decide convocar a la tropa para explicarles su intención.

Cipión Esta difícil y pesada carga,

que el Senado romano me ha encargado,

tanto me aprieta, me fatiga y carga,

  que ya sale de quicio* mi cuidado.     desborda mi preocupación

Guerra de curso tan estraño y larga, 5

y que tantos romanos ha costado,

  ¿quién no estará suspenso* al acabarla,     admirado, paralizado

o quién no temerá de renovarla?

Jugurta ¿Quién, Cipión? Quien tiene la ventura

y el valor nunca visto que en ti encierras, 10

pues con ella y con él está sigura

la victoria y el triunfo destas guerras.

Cipión El esfuerzo regido con cordura

allana al suelo las más altas sierras,

y la fuerza feroz de loca mano 15

  áspero vuelve lo que está más llano*.    Cipión favorece el ánimo y la razón sobre fuerza bruta

  Mas no hay que reprimir,* a lo que veo,    Cipión quiere controlar el apetito sexual de los soldados romanos

la furia del ejército presente,

que, olvidado de gloria y de trofeo,

yace embebido en la lascivia ardiente. 20

Esto sólo pretendo, esto deseo:

  volver a nuevo trato* a nuestra gente;     nuestro modo de ser

que, enmendado primero el que es amigo,

  sujetaré* más presto al enemigo.     dominaré

¡Mario!

 

Sale Gayo Mario.

G. Mario ¿Señor?

Cipión Haz que a noticia venga 25

 de todo nuestro ejército, en un punto,*    inmediatamente

que, sin que estorbo alguno le detenga,

 parezca* en este sitio todo junto,    aparezca, se reúna

porque una breve plática o arenga

les quiero hacer.

G. Mario Harélo en este punto. 30

Cipión Camina, porque es bien que sepan todos

 mis nuevas trazas y sus viejos modos.*    hábitos

Vase Gayo Mario.

Jugurta Séte decir, señor, que no hay soldado

que no te tema juntamente y te ame;

y, porque ese valor tuyo extremado 35

 de Antártico a Calisto se derrame,*    de norte a sur

cada cual con feroz ánimo osado,

cuando la trompa a la ocasión le llame,

piensa de hacer en tu servicio cosas

 que pasen* las hazañas fabulosas. 40    sobrepasen

Cipión Primero es menester que se refrene

el vicio que entre todos se derrama;

que si éste no se quita, en nada tiene

con ellos que hacer la buena fama.

Si este daño común no se previene, 45

y se deja arraigar su ardiente llama,

el vicio solo puede hacernos guerra

más que los enemigos desta tierra.

Dentro se echa este bando, habiendo primero tocado a recoger el atambor:

Manda nuestro general

 que se recojan,* armados, 50    reúnan

luego todos los soldados

en la plaza principal;

y que ninguno no quede

 de parecer* a esta vista,    de venir

so pena que de la lista 55

al punto borrado quede.

Jugurta No dudo yo, señor, sino que importa

regir con duro freno la milicia,

y que se dé al soldado rienda corta

cuando él se precipita en la injusticia: 60

la fuerza del ejército se acorta

cuando va sin arrimo de justicia,

aunque más le acompañen a montones

 mil pintadas banderas y escuadrones.*    Jugurta afirma que el poder y/o legitimidad de un ejército es menor si no lucha con disciplina y justicia.

A este punto han de entrar los más Soldados que pudieren, y Gayo Mario, armados a la antigua, sin arcabuces; y Cipión se sube sobre una peñuela que está en el tablado, y, mirando a los soldados, dice:

Cipión En el fiero ademán, en los lozanos 65

 marciales aderezos y vistosos,*   llamativos adornos militares

bien os conozco, amigos, por romanos:

romanos, digo, fuertes y animosos;

mas, en las blancas delicadas manos

y en las teces de rostros tan lustrosos, 70

allá en Bretaña parecéis criados

y de padres flamencos engendrados.

El general descuido vuestro, amigos,

el no mirar por lo que tanto os toca,

levanta los caídos enemigos 75

y vuestro esfuerzo y opinión apoca;

desta ciudad los muros son testigos,

que aún hoy están cual bien fundada roca,

de vuestras perezosas fuerzas vanas,

que sólo el nombre tienen de romanas. 80

¿Paréceos, hijos, que es gentil hazaña

que tiemble del romano nombre el mundo,

y que vosotros solos en España

le aniquiléis y echéis en el profundo?

¿Qué flojedad es esta tan extraña? 85

¿Qué flojedad? Si mal yo no me fundo,

es flojedad nacida de pereza,

enemiga mortal de fortaleza.

 La blanda Venus con el duro Marte*    Venus, diosa del amor y Marte, dios de la guerra

jamás hacen durable ayuntamiento: 90

ella regalos sigue; él sigue el arte

que incita a daños y a furor sangriento.

 La cipria diosa estése agora aparte;*    Venus, madre de Cupido

deje su hijo nuestro alojamiento;

que mal se aloja en las marciales tiendas 95

quien gusta de banquetes y meriendas.

 ¿Pensáis que sólo atierra* la muralla    derriba

 el ariete* de ferrada punta,    máquina militar antigua

y que sólo atropella la batalla

la multitud de gente y armas junta? 100

Si el esfuerzo y cordura no se halla,

que todo lo previene y lo barrunta,

poco aprovechan muchos escuadrones,

 y menos, infinitas municiones.*    Cipión vuelve a insistir en la superioridad de la razón y la voluntad por sobre los números y los armamentos en el éxito militar.

 Si a militar concierto se reduce* 105    Si se decide a comportarse militarmente

cualquier pequeño ejército que sea,

veréis que como sol claro reluce,

y alcanza las victorias que desea;

pero si a flojedad él se conduce,

aunque abreviado el mundo en él se vea, 110

en un momento quedará deshecho

por más reglada mano y fuerte pecho.

Avergüénceos, varones esforzados,

ver que, a nuestro pesar, con arrogancia,

tan pocos españoles, y encerrados, 115

defiendan este nido de Numancia.

Diez y seis años son, y más, pasados,

que mantienen la guerra y la jactancia

de haber vencido con feroces manos

millares de millares de romanos. 120

Vosotros os vencéis; que estáis vencidos

 del bajo antojo femenil liviano,*  

 the base and lascivious lust of women

o

the base and lascivious womanish lust

con Venus y con Baco entretenidos,

sin que a las armas extendáis la mano.

 Correos* agora, si no estáis corridos, 125    avergonzaros (correrse = avergonzarse, tener vergüenza)

de ver que este pequeño pueblo hispano

contra el poder romano se defienda,

y cuando más rendido, más ofenda.

De nuestro campo quiero, en todo caso,

 que salgan las infames meretrices;* 130    prostitutas

que de ser reducidos a este paso

ellas solas han sido las raíces.

Para beber no quede más de un vaso,

y los lechos, un tiempo ya felices,

llenos de concubinas, se deshagan 135

 y de fajina* y en el suelo se hagan.    paja

No me hüela el soldado a otros olores

 que al olor de la pez y de resina*,    brea y resina

ni por gulosidad de los sabores

traiga aparato alguno de cocina, 140

que el que busca en la guerra estos primores,

 muy mal podrá sufrir la coracina;*    coraza o armadura militar

no quiero otro primor ni otra fragancia,

en tanto que español viva en Numancia.

 No os parezca, varones, escabroso* 145    difícil

ni duro este mi justo mandamiento:

que, al fin, conoceréis ser provechoso,

cuando aquel consigáis de vuestro intento.

Bien sé se os ha de hacer dificultoso

dar a vuestras costumbres nuevo asiento; 150

mas, si no las mudáis, estará firme

la guerra, que esta afrenta más confirme.

En blandas camas, entre juego y vino,

hállase mal el trabajoso Marte;

 otro aparejo* busca, otro camino; 155    modo de trabajo

otros brazos levantan su estandarte;

cada cual se fabrica su destino,

no tiene aquí Fortuna alguna parte:

la pereza fortuna baja cría;

la diligencia, imperio y monarquía. 160

Estoy, con todo esto, tan seguro

de que al fin mostraréis que sois romanos,

que tengo en nada el defendido muro

destos rebeldes bárbaros hispanos;

y así, os prometo por mi diestra y juro 165

que si igualáis al ánimo las manos,

que las mías se alarguen en pagaros,

y mi lengua también en alabaros.

Míranse los Soldados unos a otros, y hacen señas a uno de ellos, Gayo Mario, que responda por todos, y así dice:

G. Mario Si con atentos ojos has mirado,

ínclito general, en los semblantes 170

que a tus breves razones han mostrado

los que tienes agora circunstantes,

 cual habrás visto sin color, turbado,*    avergonzado

y cual con ella: indicios bien bastantes

de que el temor y la vergüenza, a una, 175

los aflige, molesta e importuna.

Vergüenza de mirarse reducidos

a términos tan bajos por su culpa;

que, viendo ser por ti reprehendidos,

no saben a su falta hallar disculpa; 180

temor de tantos yerros cometidos,

y la torpe pereza, que los culpa,

los tiene de tal modo, que se holgaran

antes morir que en esto se hallaran.

Pero el lugar y tiempo que les queda 185

 para mostrar alguna recompensa,*    compensación

es causa que con menos fuerza pueda

fatigar el rigor de tal ofensa:

 de hoy más, con presta voluntad y leda,*    alegre

el más mínimo de estos cuida y piensa 190

de ofrecer sin revés a tu servicio

la hacienda, vida y honra en sacrificio.

Admite, pues, de sus intentos sanos

el justo ofrecimiento, señor mío,

y considera, al fin, que son romanos, 195

en quien nunca faltó del todo el brío.

Vosotros, levantad las diestras manos

en señas que aprobáis el voto mío.

Sold. 1º Todo lo que aquí has dicho confirmamos.

Sold. 2º Y lo juramos [todos].

Todos Sí juramos. 200

Cipión Pues, arrimada a tal ofrecimiento,

crecerá desde hoy más mi confianza,

 creciendo en vuestros pechos ardimiento*    valor

y del viejo vivir nueva mudanza.

Vuestras promesas no se lleve el viento; 205

hacedlas verdaderas con la lanza,

que las mías saldrán tan verdaderas,

 cuanto fuere el valor de vuestras veras*.   vuestros testimonios o juramentos

Soldado. Dos numantinos con seguro vienen

 a darte, Cipión, una embajada*. 210    misión diplomática

Cipión ¿Por qué no llegan ya? ¿En qué se detienen?

Soldado Esperan que licencia les sea dada.

Cipión Si son Embajadores, ya la tienen.

Soldado Embajadores son.

Cipión Dales entrada;

 que, aunque descubra cierto o falso pecho* 215    intención, corazón

el enemigo, siempre es de provecho.

Jamás la falsedad vino cubierta

tanto con la verdad, que no mostrase

algún pequeño indicio, alguna puerta

por donde su maldad se investigase; 220

oír al enemigo es cosa cierta

que siempre aprovechó antes que dañase,

y en las cosas de guerra, la experiencia

muestra que lo que digo es cierta ciencia.

 Entran dos Embajadores numantinos: primero y segundo.    Los dos embajadores de Numancia le explican a Cipión la razón por la que se inició la guerra contra Roma. Conociendo la fama de Cipión, le ofrecen iniciar conversaciones de paz.

Primero Si nos das, buen señor, grata licencia 225

de decir la embajada que traemos,

do estamos, o ante sola tu presencia,

todo a lo que venimos te diremos.

 Cipión Decid, que adondequiera doy audiencia*.    entrevista

 Primero Pues con ese seguro* que tenemos 230    seguridad

de tu real grandeza concedido,

daré principio a lo que soy venido.

Numancia, de quien yo soy ciudadano,

 ínclito* general, a ti me envía,    excelente

como al más fuerte capitán romano 235

que ha cubierto la noche o visto el día,

a pedirte, señor, la amiga mano,

en señal de que cesa la porfía

 tan trabada* y cruel de tantos años,    estrecha

 que ha causado sus propios y tus daños*. 240    su propio daño y el tuyo

Dice que nunca de la ley y fueros

del romano Senado se apartara,

si el insufrible mando y desafueros

de un cónsul y otro no la fatigara:

ellos, con duros estatutos fieros 245

 y con su estrecha* condición avara,    estricta

 pusieron tan gran yugo* a nuestros cuellos,    yoke

que forzados salimos dél y de ellos;

y, en todo el largo tiempo que ha durado

 entre ambas partes la contienda,* es cierto 250    lucha

que ningún general hemos hallado

con quien poder tratar de algún concierto.

 Empero agora, que ha querido el hado*    destino

 reducir* nuestra nave a tan buen puerto,    llevar

las velas de la guerra recogemos, 255

 y a cualquiera partido* nos ponemos.    acuerdo

Y no imagines que temor nos lleva

a pedirte las paces con instancia,

pues la larga experiencia ha dado prueba

del poder valeroso de Numancia. 260

 Tu virtud y valor es quien nos ceba,*    inspira

y nos declara que será ganancia

mayor de cuantas desear podremos,

si por señor y amigo te tenemos.

A esto ha sido la venida nuestra: 265

respóndenos, señor, lo que te place.

Cipión Tarde de arrepentidos dais la muestra;

poco vuestra amistad me satisface.

De nuevo ejercitad la fuerte diestra,

que quiero ver lo que la mía hace, 270

ya que ha puesto en ella la ventura

la gloria mía y vuestra desventura.

A desvergüenza de tan largos años,

es poca recompensa pedir paces:

seguid la guerra, renovad los daños, 275

 salgan de nuevo las valientes haces.*    tropas

Emb. Seg. La falsa confianza mil engaños

consigo trae; advierte lo que haces,

señor, que esa arrogancia que nos muestras

renovará el valor en nuestras diestras. 280

Y, pues niegas la paz que con buen celo

te ha sido por nosotros demandada,

de hoy más la causa nuestra con el cielo

quedará por mejor calificada;

y, antes que pises de Numancia el suelo, 285

probarás dó se extiende la indignada

furia de aquel que, siéndote enemigo,

quiere serte vasallo y fiel amigo.

Cipión ¿Tenéis más que decir?

Primero No; más tenemos

que hacer, pues tú, señor, ansí lo quieres, 290

sin querer la amistad que te ofrecemos,

correspondiendo mal a ser quien eres.

Pero entonces verás lo que podemos,

cuando nos muestres tú lo que pudieres;

que es una cosa razonar de paces, 295

y otra romper por las armadas haces.

Cipión Verdad dices; y ansí, para mostraros

si sé tratar en paz y obrar en guerra,

no quiero por amigos aceptaros,

ni lo seré jamás de vuestra tierra. 300

Y, con esto, podéis luego tornaros.

 Segundo ¿Que en esto tu querer, señor, se encierra?*    ¿Que a esto se limita, señor, tu voluntad?

Cipión Ya he dicho que sí.

Segundo Pues, ¡sus, al hecho,

que guerras ama el numantino pecho!

Sálense los Embajadores, y Quinto Fabio, hermano de Cipión, dice:

[Q. Fabio] El descuido pasado nuestro ha sido 305

el que os hace hablar de aquesa suerte,

mas ya ha llegado el tiempo, ya es venido,

do veréis nuestra gloria y vuestra muerte.

 Cipión El vano blasonar* no es admitido    presumir, alardear

de pecho valeroso, honrado y fuerte: 310

 templa* las amenazas, Fabio, y calla,    calma

y tu valor descubre en la batalla.

Aunque yo pienso hacer que el numantino

nunca a las manos con nosotros venga,

buscando de vencerle tal camino, 315

que más a mi provecho le convenga;

 yo haré que abaje el brío y pierda el tino,*    control

y que en sí mesmo su furor detenga:

 pienso de un hondo foso* rodeallos,    moat

y por hambre insufrible subjetallos. 320

No quiero ya que sangre de romanos

colore más el suelo desta tierra:

basta la que han vertido estos hispanos

en tan larga, reñida y cruda guerra;

ejercítense agora vuestras manos 325

en romper y cavar la dura tierra,

y cúbranse de polvo los amigos

que no lo están de sangre de enemigos.

No quede de este oficio reservado

ninguno que le tenga preminente: 330

 trabaje el decurión* como el soldado,    oficial del ejército

y no se muestre en esto diferente.

Yo mismo tomaré el hierro pesado,

y romperé la tierra fácilmente.

Haced todos cual yo, y veréis que hago 335

tal obra con que a todos satisfago.

Q. Fabio Valeroso señor y hermano mío,

bien nos muestras en esto tu cordura,

pues fuera conocido desvarío

y temeraria muestra de locura 340

pelear contra el loco airado brío

 destos desesperados* sin ventura.    locos, suicidas

Mejor será encerrallos, como dices,

y quitarles al brío las raíces.

Bien puede la ciudad toda cercarse, 345

si no es la parte por do el río la baña.

Cipión Vamos, y venga luego a efectuarse

 esta mi nueva poco usada hazaña;*    mi nuevo y poco común plan

y si en nuestro favor quiere mostrarse

el cielo, quedará subjeta España 350

al Senado romano, solamente

con vencer la soberbia de esta gente.

[Vanse]

Scena II

Sale una doncella coronada con unas torres y trae un castillo en la mano, la cual significa España, y dice:

 Sale una doncella coronada con unas torres y trae un castillo en la mano, la cual significa España, y dice:    España, personaje alegórico, se queja de su triste destino pues siempre ha estado sometida al poder de extranjeros.

España ¡Alto, sereno y espacioso cielo,

que con tus influencias enriqueces

la parte que es mayor deste mi suelo, 355

y sobre muchos otros le engrandeces,

 muévate a compasión mi amargo duelo;*    dolor

y, pues al afligido favoreces,

 favoréceme a mí en ansia tamaña,*    en tan gran pena

que soy la sola desdichada España! 360

Bástete ya que un tiempo me tuviste

todos mis flacos miembros abrasados,

y al sol por mis entrañas descubriste

el reino escuro de los condenados.

A mil tiranos, mil riquezas diste; 365

 a fenices* y griegos entregados    fenicios (phoenicians)

mis reinos fueron, porque tú has querido,

o porque mi maldad lo ha merecido.

¿Será posible que contino sea

esclava de naciones estranjeras, 370

y que un pequeño tiempo yo no vea

de libertad tendidas mis banderas?

Con justísimo título se emplea

en mí el rigor de tantas penas fieras,

pues mis famosos hijos y valientes 375

andan entre sí mesmos diferentes.

Jamás en su provecho concertaron

los divididos ánimos briosos;

antes, entonces más los apartaron

cuando se vieron más menesterosos; 380

y ansí, con sus discordias convidaron

los bárbaros de pechos codiciosos

a venir y entregarse en mis riquezas,

 usando en mí y en ellos mil cruezas.*    crueldades

Sola Numancia es la que sola ha sido 385

quien la luciente espada sacó fuera,

y a costa de su sangre ha mantenido

la amada libertad suya primera.

Mas, ¡ay!, que veo el término cumplido,

 y llegada la hora postrimera,* 390    final, última

do acabará su vida y no su fama,

cual Fénix renovándose en la llama.

Estos tan muchos temidos romanos

que buscan de vencer cien mil caminos,

rehuyen de venir más a las manos 395

con los pocos valientes numantinos.

¡Oh, si saliesen sus intentos vanos,

y fuesen sus quimeras desatinos,

y esta pequeña tierra de Numancia

sacase de su pérdida ganancia! 400

Mas, ¡ay!, que el enemigo la ha cercado,

no sólo con las armas contrapuestas

al flaco muro suyo, mas ha obrado

con diligencia estraña y manos prestas,

 que un foso, por la margen trincheado,* 405    cortado, cavado

rodea la ciudad por llano y cuestas;

sola la parte por do el río se extiende

 de este ardid* nunca visto se defiende.    truco, treta

Ansí, están encogidos y encerrados

los tristes numantinos en sus muros: 410

ni ellos pueden salir, ni ser entrados,

y están de los asaltos bien seguros;

pero, en sólo mirar que están privados

de ejercitar sus fuertes brazos duros,

con horrendos acentos y feroces 415

la guerra piden, o la muerte a voces.

Y, pues sola la parte por do corre

y toca a la ciudad el ancho Duero,

es aquella que ayuda y que socorre

en algo al numantino prisionero, 420

antes que alguna máquina o gran torre

en sus aguas se funde, rogar quiero

al caudaloso conocido río,

en lo que puede ayude el pueblo mío.

Duero gentil, que con torcidas vueltas 425

humedeces gran parte de mi seno,

ansí en tus aguas siempre veas envueltas

 arenas de oro, cual el Tajo ameno,*    Legendariamente se decía que la arenas del río Tajo (Tagus) eran de oro.

 y ansí las ninfas* fugitivas sueltas,    nymphs hermosas criaturas mitológicas que vivían en los ríos

de que está el verde prado y bosque lleno, 430

vengan humildes a tus aguas claras,

y en prestarte favor no sean avaras,

que prestes a mis ásperos lamentos

atento oído, o que a escucharlos vengas;

y, aunque dejes un rato tus contentos, 435

suplícote que en nada te detengas.

Si tú con tus continos crecimientos,

destos fieros romanos no me vengas,

cerrado veo ya cualquier camino

a la salud del pueblo numantino. 440

 Sale el río Duero, con otros muchachos vestidos de río como él, que son tres riachuelos que entran en Duero.   El río Duero, personaje alegórico, consuela a España y le profetiza un futuro glorioso en el que su imperio y sus ejércitos controlarán el mundo.

Duero Madre y querida España, rato había

 

 que hirieron mis oídos tus querellas;*    quejas

y si en salir acá me detenía,

fue por no poder dar remedio a ellas.

El fatal, miserable y triste día, 445

según el disponer de las estrellas,

se llega de Numancia, y cierto temo

que no hay dar medio a su dolor extremo.

 Con Orvión, Minuesa y también Tera,*    ríos tributarios del Duero

cuyas aguas las mías acrecientan, 450

he llenado mi seno en tal manera,

que los usados márgenes revientan;

mas, sin temor de mi veloz carrera,

cual si fuera un arroyo, veo que intentan

de hacer lo que tú, España, nunca veas: 455

 sobre mis aguas, torres y trincheas.*    trincheras

Mas, ya que el revolver del duro hado

tenga el último fin estatuido

deste tu pueblo numantino amado,

pues a términos tales ha venido, 460

un consuelo le queda en este estado:

que no podrán las sombras del olvido

oscurecer el sol de sus hazañas,

en toda edad tenidas por estrañas.

Y, puesto que el feroz romano tiende 465

el paso agora por tu fértil suelo,

y que te oprime aquí, y allí te ofende,

con arrogante y ambicioso celo,

tiempo vendrá, según que ansí lo entiende

 el saber que a Proteo* ha dado el cielo, 470    Neptuno le dio a Proteo la facultad de adivinar el futuro

que esos romanos sean oprimidos

por los que agora tienen abatidos.

De remotas naciones venir veo

gentes que habitarán tu dulce seno,

después que, como quiere tu deseo, 475

habrán a los romanos puesto freno;

 godos* serán, que, con vistoso arreo,    los visigodos

dejando de su fama al mundo lleno,

vendrán a recogerse en tus entrañas,

dando de nuevo vida a sus hazañas. 480

Estas injurias vengará la mano

 del fiero Atila* en tiempos venideros,    Rey de los hunos que venció a los emperadores de oriente y occidente

poniendo al pueblo tan feroz romano

sujeto a obedecer todos sus fueros;

y, portillos abriendo en Vaticano, 485

tus bravos hijos y otros estranjeros

harán que para huir vuelva la planta

 el gran Piloto de la nave santa.*    el Papa: alusión al saqueo de Roma por las tropas de Carlos V en 1527

Y también vendrá tiempo en que se mire

estar blandiendo el español cuchillo 490

sobre el cuello romano, y que respire

sólo por la bondad de su caudillo.

 El grande Albano* hará que se retire    En 1556 el ejército español al mando del Duque de Alba invadió los estados del Papa y estuvo a las puertas de Roma amenzando con apoderarse de la ciudad

el español ejército, sencillo,

no de valor sino de poca gente, 495

que iguala al mayor número en valiente.

Y cuando fuere ya más conocido

 el propio Hacedor de tierra y cielo,*    Dios

aquél que ha de quedar estatuido

por visorrey de Dios en todo el suelo, 500

a tus reyes dará tal apellido,

cual viere que más cuadra con su celo:

 católicos serán llamados todos,

sujeción e insignia de los godos.*    Los reyes españoles recibirán el título de Reyes Católicos y serán la digna sucesión de los antiguos reyes visigodos.

Pero el que más levantará la mano 505

en honra tuya y general contento,

haciendo que el valor del nombre hispano

tenga entre todos el mejor asiento,

un rey será, de cuyo intento sano

grandes cosas me muestra el pensamiento: 510

será llamado, siendo suyo el mundo,

 el Segundo Filipo, sin segundo.*    el inigualable Felipe II

Debajo deste imperio tan dichoso,

serán a una corona reducidos,

por bien universal y tu reposo, 515

tus reinos hasta entonces divididos;

 el jirón lusitano tan famoso,*    Portugal

que un tiempo se cortó de los vestidos

de la ilustre Castilla, ha de zurcirse

de nuevo y a su estado antiguo unirse. 520

¡Qué envidia y qué temor, España amada,

te tendrán las naciones estranjeras,

en quién tu teñirás tu aguda espada

y tenderás, triunfando, tus banderas!

Sírvate esto de alivio en la pesada 525

ocasión por quien lloras tan de veras,

pues no puede faltar lo que ordenado

ya tiene de Numancia el duro hado.

España Tus razones alivio han dado en parte,

famoso Duero, a las pasiones mías, 530

sólo porque imagino que no hay parte

de engaño alguno en estas profecías.

Duero Bien puedes de eso, España, asegurarte,

puesto que tarden tan dichosos días.

Y adiós, porque me esperan ya mis ninfas. 535

 España ¡El cielo aumente tus sabrosas linfas!*    aguas

 

Volver al principio


Si tiene comentarios o sugerencias no dude en enviarme un mensaje electrónico a la siguiente dirección:velez@ups.edu ¡Igualmente, si desea visitar mi "homepage"cliquee en el siguiente ícono y venga a verme!