"Estando un día en Granada con el Navagero (...) tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia; y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa; y discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas veces en lo que él me había dicho; y así comencé a tentar este género de verso. En el cual al principio hallé alguna dificultad, por ser muy artificioso, y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero después, pareciéndome que esto comenzaba á sucederme bien, fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio -el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta-, no me confírmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este mi propósito, y acabándomelo de aprobar con su ejemplo, (...) quiso él también llevar este camino".

Juan Boscán.

 



FORMAS ESTRÓFICAS

ÉGLOGA I

La estancia es la forma estrófica que sigue Garcilaso en la Égloga I. La estancia es la unidad estrófica que sirve de base a la canción hecha "al itálico modo", que, una vez fijado el esquema en la primera stanza, lo repite a lo largo de la canción. Es una estrofa formada por una combinación libre y variable de versos endecasílabos y heptasílabos. La rima es consonante. La forma de estancia más común se ajusta a un esquema dividido en tres partes que se designan con los términos italianos de fronte o capo, corpo y coda. La fronte o capo está formada por tres versos sin rima entre sí a los que siguen otros tres que riman con ellos; el corpo empieza en el séptimo verso, que generalmente es un heptasílabo con la misma rima que el último verso de la fronte o capo, y una serie de pareados; éstos se rematan con dos o tres versos más que forman la coda.

A

?Quién me dijera, Elisa, vida mía,

 

B

cuando en aqueste valle al fresco viento

 

C

andábamos cogiendo tiernas flores,

 

B

que había de ver con largo apartamiento

285

 

A

venir el triste y solitario día

 

C

que diese amargo fin a mis amores?

 

c

El cielo en mis dolores

 

d

cargó la mano tanto

 

d

que a sempiterno llanto

290

 

E

y a triste soledad me ha condenado;

 

E

y lo que siento más es verme atado

 

F

a la pesada vida y enojosa,

 

e

solo, desamparado,

 

F

ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa.

295

 
 

(del canto de Nemoroso, Égloga I)

 

 

ÉGLOGA II

La Égloga II, la más extensa de las tres, está compuesta con tercetos encadenados y estancias. Los tercetos son tres versos endecasílabos de rima consonante y alterna.

A

?A quién pudiera igual tormento darse,

10

B

que con lo que descansa otro afligido

 

C

venga mi corazón a atormentarse?

 

(del canto de Albanio, Égloga II)

 

Las nuevas estancias de la Égloga II repiten el esquema de la estancia inicial, aquí incluída no sólo como ejemplo estrófico sino también como muestra del tópico literario del "Beatus ille" horaciano.

a

!Cuán bienaventurado

 

b

aquél puede llamarse

 

C

que con la dulce soledad s'abraza,

40

a

y vive descuidado

   

b

y lejos d'empacharse

 

C

en lo que el alma impide y embaraza!

 

c

No ve la llena plaza

 

d

ni la soberbia puerta

45

e

de los grandes señores,

   

e

ni los aduladores

 

D

a quien la hambre del favor despierta;

 
f

no le será forzoso

 

F

rogar, fingir, temer y estar quejoso.

50

 

(del canto de Salicio, Égloga II)

 

ÉGLOGA III

En sentido general, es una octava cualquier estrofa de ocho versos, sean de arte mayor o menor, de igual o diferente medida, con rima consonante o asonante, dispuestos según el orden que sea. La forma estrófica que sigue Garcilaso en la Égloga III es la octava real u ottava rima, también de origen italiano, y está formada por ocho versos endecasílabos, de rima consonante entre el primero, el tercero y el quinto; el segundo rima con el cuarto y el sexto; el séptimo con el octavo. Es decir, riman entre sí los impares por una parte y los pares por otra, mientras los dos últimos riman en pareado. Además de la octava real, hay octavas agudas, aliradas, bermudinas, francesas, modernistas y octavillas.

A

Con tanta mansedumbre el cristalino

65

 

B

Tajo en aquella parte caminaba

 

A

que pudieran los ojos el camino

 

B

determinar apenas que llevaba.

 

A

peinando sus cabellos d'oro fino,

 

B

una ninfa del agua do moraba

70

 

C

la cabeza sacó, y el prado ameno

 

C

vido de flores y de sombras lleno.

 
 

(Égloga III)

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